21 de octubre de 2012

Sarcófago romano con Thíasos marino y Océano.



Título
Sarcófago romano
Género/Asunto
Océano como mascarón: tránsito del viaje al más allá
Atributos iconográficos
Pinzas de crustáceo, cabellera que forma el caudal, barba y bigote  formadas por algas marinas
Autor
Anónimo
Escuela
Roma
Período-Cronología
Primera mitad del siglo III d.C.
Soporte y técnica
Sarcófago  en piedra decorado en relieve
Dimensiones

Localización (Institución, Colección)
Roma, Museo Capitolino
ICONCLASS
91B1127






                       



Fuentes:
Hesíodo, Teogonía, 133 y ss. y 337 y ss.; Ilíada, XIV, 210, 246, 302; XXIII, 205; Odisea, XI, 13, 693 y XII, 1; Himno a Demeter, 418 y ss., Píndaro, V, 2 y Pítica, IX,.14. Esquilo, Prometeo encadenado, 136 y ss., 793 y ss., Apolodoro, Biblioteca, I, 1,3 y 2,2, Apolonio de Rodas, Argonaútica, II, 1235, Diodoro Sículo, V, 66, Himnos órficos 22 y 83.

Descripción:

En el ámbito de la escultura funeraria romana destaca una nutrida serie de sarcófagos  que se inició en el siglo II d.C. y que se habría de prolongar hasta el siglo IV d.C.  Entre los asuntos elegidos en sus relieves, dichos sarcófagos  presentan escenas relacionadas con el ámbito marino, siendo el motivo más frecuente la máscara oceánica y otros seres de la antigua mitología del mar (tritones, nereidas, icthyocentauros, erotes…).  La personificación del Océano suele ocupar el centro de la composición, como símbolo primordial  a través de cuyo caudal, concebido como pasaje simbólico, se desarrolla el viaje al más allá.  En ocasiones, tal y como sucede en el ejemplo elegido, las representaciones son tan explícitas como para incluir una inscripción alusiva a dicho tránsito dentro de un clípeo, otras veces sustituida por el retrato (individual o doble) del difunto o los difuntos.
En el frente del sarcófago que mostramos  dos  centauros marinos de aspecto juvenil (con timón y caracola respectivamente)  sostienen el clípeo central en cuyo interior puede leerse la inscripción PROMOTE HABEAS (que tengas ascenso) y una cruz latina. Y bajo  dicho clípeo está la  carátula oceánica: un rostro anciano y expresivo, cuya abundante y ondulada cabellera se prolonga sinuosamente formando el caudal acuoso en el que se apoyan el resto de las figuras de la composición y en el que surgen diminutos delfines cabalgados por erotes.  Como atributos característicos de esta  personificación oceánica destacan las dos fuertes pinzas de crustáceo que adornan sus sienes y las plantas acuáticas (similares a las algas) que pueden vislumbrarse en su barba y bigote.
A ambos lados de los icthyocentauros centrales se disponen varios personajes marinos: una nereida que toca la cítara, otra nereida que acuna en sus manos a una pequeña criatura y  otro centauro marino ocupan la zona izquierda del sarcófago, mientras en el lado opuesto una nereida coqueta contempla su imagen en un espejo y otra de sus hermanas, acompañada por dos pequeños erotes, se recuesta plácidamente sobre un toro marino de sinuosa extremidad.
Simbólicamente, la representación obedece a tradiciones y creencias ancestrales, según las cuales los seres míticos del mar y el propio medio marino fueron los encargados y garantes de la transmigración del alma del difunto al más allá.  Y ese tránsito, concebido ahora como viaje placentero, se acompaña de música y de escenas galantes protagonizadas por criaturas marinas.  Esta imagen, acompañada de sones musicales  y en la que  el idilio amoroso pasa a primer plano sirve, en nuestra opinión, para reforzar la idea de un más allá feliz, de acuerdo con la designación dada por los griegos de la Antigüedad: “Islas de los bienaventurados” o “Campos Elíseos”. Los pequeños erotes subrayan ese sentido erótico-amoroso como acompañantes de estos cortejos marinos. El mar es sinómino de vida y de muerte: Alfa y Omega. Nada hay más apropiado que el ancestral medio marino y sus míticas criaturas para transmitir un mensaje de eternidad, y así lo  debieron entender los artistas antiguos: el medio Oceánico, seno donde surgió la vida misma, fueron expresiones  icónicas de la vida después  de la muerte, es decir,  de la promesa de la Resurrección.

Observaciones:

Entre otras representaciones oceánicas interesantes que decoran los frentes de sarcófagos romanos destacan el Océano (rodeado de toro y león marino) del  Sarcófago de la Colección Emilio Batagliesi y el patético mascarón que  muestra el Sarcófago del Palacio Aldobrandi, acompañado por el idilio de tritones y nereidas.

Bibliografía:
  
Rumpf, A. (1969 :  Die Meerwesen auf den antiken Sarkophagreliefs. Roma.
Rodríguez López, M.I. (1987) : Posidón y el thíasos marino en el Mediterráneo Antiguo. Madrid.
 

                                                                                                                                                         María Isabel Rodríguez López

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